Sin título...

El viento se encargaba de desordenarte el pelo y yo insistía en alejarlo de tu cara enviándolo para atrás de las orejas que ostentabas, sonreías tímida y esquivabas mi mirada para que no descubriera que, a pesar que, mis caricias te gustaban tenías que dejar el camino que hasta ese día llevábamos juntos. La lluvia se unió a la caminata, yo, presuroso corrí la cremallera de la maleta para sacar la sombrilla, pero una de tus manos me detuvo:
-Algo de lluvia no cae mal- dijiste mientras sonreías. Levantaste el rostro y las gotas atrevidas te tocaron encima de las caricias que mis manos te dejaban y se llevaban los últimos rastros de cada uno de los besos que mi boca había puesto esa tarde. Cerca del coliseo nos detuvimos, empapados, nos arrinconamos en una de las puertas, nos tocamos sin parar, y sin importar ser descubiertos por un guardia de seguridad… De repente y sin querer un empujón abrió la indiscreta puerta que permitió que entráramos en ese lugar frío y solitario, corrimos ansiosos, el miedo y el deseo se conjugaron en un juego desbordado de amor devorador. Compenetrados en uno solo olvidamos la ropa húmeda, la gotera que inundaba nuestro lecho secreto y el vigilante que caminaba afuera del coliseo, completamente engañado de su buen trabajo. Me enredé entre tu pelo negro, jadeé cerca a tu oreja derecha y susurré un te amo, mientras tú pronunciabas palabras de odio, por el hecho de no poder estar juntos el resto de la vida.
De nuevo afuera, la lluvia solo había dejado rastros húmedos sobre el pavimento, el viento se refugiaba lejos de allí y tú y yo volvimos a la normalidad, caminamos de vuelta y, aunque no queríamos, soltarnos el tiempo nos obligó a  volver a los lugares que nos esperaban, llenos de mentiras que se habían vuelto verdades tiempo atrás, sin tener la oportunidad de cambiarlas para que jugaran a nuestro favor, una sola palabra tuya:
-Adiós-
Y dos mías:
-Te amo-
Y luego desde atrás de una ventana, tu mano posada sobre ella, dejando huellas imborrables en mi memoria, comprendí que era el final de un corto camino sin estribos y miedos, pero lleno de deseo y amor…

      

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