Amantes del Camino (Leyendas Casi-Urbanas)

AMANTES DEL CAMINO

Salieron del hospedaje en el que habían estado por más de doce horas amándose de forma clandestina, el caminó adelante hasta la recepción – regáleme la cuenta por favor – sacó del bolsillo de su chaqueta una billetera en cuero, finísima, extrajo de ella una tarjeta master card – ¿Supongo que puedo pagar con ella? – la persona que atendía solo lo miraba y acentuaba con la cabeza, si o no, deslizó la tarjeta y digitó la clave, firmó un par de papeles y guardó de nuevo la billetera en el bolsillo de la chaqueta, ella llegó hasta la puerta de salida, el apresuró el paso para alcanzarla.


Caminaron juntos hasta el auto, abrazados porque el frío se penetraba por los poros hasta llegar a lo más profundo, el piso crujía con cada paso que daban, estaba cubierto de piedrecillas que lo acolchaban – prométeme que nos volveremos a ver – introdujo la llave en la puerta del costado derecho y la abrió, dejó que ella pasara y antes de que subiera le dio un beso en el cuello, la piel se le erizó, cuando estuvo sentada el se inclinó – júrame que nos volveremos a encontrar de esta manera – ella desvió la mirada, se acomodó el vestido y cerro la puerta, el caminó hasta el otro lado, abrió y se alistó para manejar, colocó la llave en el encendido, también ajustó la puerta y bajó un poco el vidrio, aceleró el motor con rabia – no te pongas así, es solo que … tu lo sabes mi esposo sospecha mucho, cada vez es más difícil para mi, créeme que muero de ganas por dormir a tu lado todas las noches pero aun no se puede, primero tengo que alejarme de el -. Primero de reversa y luego hacia adelante avanzó el auto, tomaron una calle destapada que los condujo a la principal para regresar a la ciudad, a 90 kilómetros por hora el Mercedes rompía contra el viento y el viento contra el cabello de ella, la carretera no tenía luz, pero la luna iluminaba con precisión cada una de las líneas que bordeaba el camino – Amor, yo haré por ti cualquier cosa, mi alma será tuya y aunque tenga que pelear contra el mundo entero estaremos juntos – la mujer se abalanzó contra su amante, unió sus labios contra los de el, frotaron la punta de sus lenguas mientras se apretaban las manos entrelazadas.



La música hacía más romántico el momento, los acordes retumbaban en el camino solitario e iban quedando atrás uno tras otro – Detén el auto – el sexo los invadió, jadeaban, el conduciendo y ella excitada acariciándose el cuerpo – Detente ya – la carretera era angosta, había que buscar un buen lugar para estacionar sin causar un accidente – no aguanto más – los corazones estaban acelerados, sin pensarlo ella no esperó a que se detuviera el auto, se deshizo de su ropa interior y con las manos soltó el cinturón y uno a uno los broches del pantalón masculino, buscó con prontitud una entrada hasta que lo tuvo en sus manos, caricias incansables subieron y bajaron por unos segundos, luego sus labios lo hicieron, el éxtasis era total, con dificultad se detuvieron en un claro, ella montó sobre su amante y lo introdujo dentro de su cuerpo, perfección y belleza unidas, besos infinitos, sudor de ambas partes, sexo, música y amor, un grito de pasión los llevó a la cima, fluidos intercambiados que marcaron el final orgásmico del momento. Silencio total, jadeos de cansancio, cuerpos pensionados volviendo a la calma gotas que rodaban por la piel y vidrios empañados de adentro hacia fuera, una tonada suave sonó en la radio, guitarras acústicas producían acordes finos y melodiosos, el momento perfecto iluminado por la luna llena y millones de estrellas, ambos cerraron los ojos para escuchar sus corazones y recuperar el aliento.


Un golpe estruendoso en medio de la nada rompió el vidrio del lado izquierdo, fragmentos de cristal saltaron dentro y fuera del Mercedes, una mano vestida con un guante de cuero agarro por el pelo al amante y lo estrello contra el volante justo después de que ella volviera a su silla mientras gritaba sin parar, la sangre manchó el parabrisas y la persiana, las puertas se abrieron y ambos fueron sacados con violencia del automóvil, los arrastraron hasta una camioneta que había parqueada justo atrás, el sexo no les permitió darse cuenta de eso, cayeron por el suelo, el con una pata en el vientre que lo volvió a dejar sin respiración y ella de rodillas, agarrada por el cabello mientras una linterna la enceguecía de cerca - ¿Quiénes son ustedes? Por amor a Dios si quieren dinero yo les puedo dar mucho pero no nos hagan daño se los supli… - un golpe con la linterna la enmudeció y le laceró la mejilla, otro golpe más para el amante, esta vez con una manopla de acero que lo dejó inconsciente y sin tres dientes, el que lo golpeó se retiró la manopla y caminó hasta la camioneta, abrió una de las puertas traseras, primero bajó un hombre armado con una pistola automática y varios proveedores, tras el descendió un hombre mayor muy fino, rodeado de oro en las muñecas y el cuello, vestido de negro y con un bastón de roble en las manos caminaron hasta los amantes y se pararon frente a ellos – levántalo – señaló con el dedo al hombre que yacía de cara contra la tierra, de un frasco pequeño salió el olor que lo despertó nuevamente, el dolor era insoportable y la sangre no paraba de fluir – alúmbralo – una linterna más se encendió e iluminó la cara del amante, ella jadeaba de miedo pero aun no reconocía a ninguno de sus verdugos, la luz no le permitía ver - ¿Así que por esta basura me cambiaste amor? ¡Vaya si se ve mal! – la risa de los cuatro castigadores de escucho - ¿Julio eres tu? Mi amor no me lastimes esto es solo pasajero déjalo ir a el y yo te recompensaré mi vida, te lo prometo – el esposo de ella levantó una mano y su captor la tiró por el suelo – arrástrate hasta mis pies – ella no lo dudó, se intento incorporar pero un pie la derrumbó de nuevo, tuvo que arrastrarse hasta donde estaba Julio le besó los zapatos y quiso trepar por sus piernas pero el hombre de la pistola la golpeó con la cacha y la desplomó una vez más, Julio la miró con rencor los ojos se le enrojecieron, poseídos por el fuego más intenso que pueda existir. El amante lloraba y expulsaba sangre por toda la boca – Maldito animal déjala en paz, mal nacidos – Julio se inclinó hasta ella, la agarró por el cabello y le levanto la cara, dos cortadas profundas le marcaban el rostro – Zorra, durante muchos años te di todo, hasta mi vida y ahora me pagas de esta manera ¿Sabes? Yo perdono todo, menos una traición, eso lo cobro con sangre y mucho dolor – se incorporó y dio media vuelta a la vez que agachó la cabeza, rápidamente giró de nuevo levantando el bastón golpeó tres veces a la mujer, dos en la espalda y una en las piernas mientras su amante miraba, lloraba y sentía el dolor por ella – ustedes ya saben que hacer…. Perra traicionera – Julio y uno de los escoltas subieron a la camioneta, encendieron el motor y marcharon adelante, el hombre de la pistola disparo cinco veces sobre el amante, luego el y uno de sus socios arrastraron a la mujer inconsciente hasta un árbol, la amarraron con una soga, la mojaron con gasolina y le prendieron fuego y antes de que gritara un disparo le perforó la frente.


El revuelo fue total, la noticia recorrió todo el país asombrando a quienes la leían, los que pudieron ver el espectáculo en vivo sufrieron pesadillas y paranoias durante mucho tiempo y cada vez que tenían una aventurilla recordaban a los amantes de la carretera que murieron, el baleado y ella calcinada, adornados con un letrero escrito en pintura azul que decía “por infieles”….

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