Otro CUENTO DE ANIMALES...
EL JUEGO DE
LA ARAÑA
Ilógico para muchos, resultaría creer que los
animales también tienen momentos de juego sin que los humanos estén junto a
ellos. Pero aun más ilógico resultaría pensar que un arácnido se tome algunos
minutos de su insignificante vida (comparada con el tiempo de vida de un
paquidermo o una tortura gigante) para divertirse un poco.
Aquel día me encontraba en un lugar lleno de
naturaleza, en medio de las montañas que atraviesan la ciudad. Esperaba el
llamado para ingresar a una entrevista con una mujer, que a simple vista se
veía estricta y excesivamente malgeniada, pero que resultó tener un ángel
encantador, y mientras eso sucedía, levanté la mirada para ver como un avión
demarcaba su paso con una fina línea de humo negro. Entonces fue ahí cuando la
vi, el viento la movía mientras ella permanecía aferrada, a su tela, por el c…o
o mejor el abdomen, con las patas bien abiertas, mirando el mundo al revés y
burlándose de todos los que se encontraban al otro lado del vidrio. Una vez más
trepó por el resistente, delgado y finísimo hilo que producía su cuerpo, y de
nuevo cayó, se bamboleaba de un lado para otro presa del vértigo, yo casi que
escuchaba sus gritos de emoción cada vez que recibía una arremetida de viento y
ella disfrutaba de esos movimientos porque lo siguió haciendo hasta que me adentré
en las paredes de esa casona antigua que funcionaba como oficina.
Una estupidez, es posible, algo de locura, seguro
que sí; sin embargo, el juego continuó, no sé durante cuánto tiempo, tal vez
luego entró en razón (aunque no la tengan…) y comprendió que estaba perdiendo
valiosos instantes de su vida, segundos que para ella serían horas completas y
terminó por volver a su función depredadora en ese pequeño mundo de espantos
inofensivos…
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